Trabajo remoto en Chile: ¿Dónde nos aprieta el zapato?

Trabajo remoto en Chile: ¿Dónde nos aprieta el zapato?

Si bien durante el último tiempo el trabajo remoto se ha convertido en un “tema país” (debo confesar que ese término me produce cierto escozor, pero encaja perfecto), todavía nos queda un largo trecho por recorrer para poder decir con propiedad que estamos realmente avanzando en esta materia, o instalando una cultura de trabajo sólida que permita a personas y empresas desenvolverse con soltura en sus ocupaciones, resolviendo compromisos a distancia.

Lo más lógico, es pensar que la distancia es la principal enemiga.

Pero no.

Este tema lo hemos rozado en otros posts y también en nuestro podcast.

No es la modalidad lo que nos limita, sino más bien nosotros mismos a la hora de enfrentar una nueva perspectiva en torno al trabajo. A los seres humanos, por lo general, lo nuevo nos asusta y tendemos a desconfiar de aquello que no se ha testeado una y mil veces. Pero si permanecemos siempre en la zona de confort, malamente podremos saber qué hay del otro lado de la cerca.

Un claro ejemplo de esta desconfianza y excesiva obsesión con el rendimiento, son los trabajos públicos.

No crean que existe de mi parte alguna animadversión con este amplio segmento de la población, responsable de tramitar prácticamente todos los aspectos formales de nuestra vida (¡qué miedo!), pero sinceramente considero que actualmente existen muchísimas restricciones para estos trabajadores que perfectamente podrían trabajar desde su casa.

Está bien. Excluyamos a aquellos que deben cumplir presencialmente con un cargo de atención de público, o sea, el porcentaje más bajo de los ocupantes de una repartición de gobierno cualquiera. Perfectamente, el personal encargado de archivar, ingresar datos, levantar información, gestionar estadísticas podría trabajar total o parcialmente desde cualquier punto que no sea la oficina y el trabajo se haría igual.

Sin embargo, actualmente estos cargos presentan muchísimas restricciones, como por ejemplo: la correcta ejecución de las labores depende exclusivamente de un software que sólo funciona desde la oficina y es imposible acceder desde otro punto.

⛔️ Otro error, a mi juicio prehistórico, es que el manejo de la productividad en Chile se basa en el método de “marcar tarjeta”, midiendo cuando la persona entra y sale de su trabajo, rara vez por la concreción de metas u objetivos.

El hecho de que todo se mida cualitativa y no cuantitativamente nos sitúa en un terreno inhóspito, donde el trabajador probablemente le “agarra mala” a la pega, espera con ansias la hora de salida y no le importa rendir en lo que está haciendo.

En nuestro país es súper frecuente estar trabajando a honorarios por períodos groseramente largos, sin ninguna formalidad en términos de contrato, boleteando eternamente.

¿Y qué pasa cuando por fin nos contratan?

El documento que firmamos nos obliga a permanecer en un lugar fijo, cumpliendo horario, esclavizados a un punto definido para que nos vean que estamos ahí, sin importar que nuestra mente esté en Nepal.

Lamento decirles que tal vez puedan controlar mi horario y mi cuerpo, pero mi mente es un terreno ingobernable que funciona en base a la voluntad y el compromiso.

⚠️ Y no se les vaya a ocurrir enfermarse.

Si firmaste contrato tienes horario de entrada y salida, por eso a tu empleador no le interesa mayormente que hayan entrado a robar a tu casa, tu hijo se haya accidentado en el colegio, te duela la cabeza o simplemente te avisen intempestivamente de un trámite de vida o muerte que debes realizar si o si “ese día”, porque 📢 tu debes ser capaz de cumplir el horario que se estipula en tu acuerdo laboral notarial.

No se me ocurre la solución inmediata ni perfecta para este problema, pero sí me visita la idea de que las leyes laborales se flexibilicen en este sentido, que los empleadores confíen más en la gente que contrata y que los trabajadores demos el ejemplo demostrando que somos eficientes e igualmente eficaces desde nuestro sillón favorito que trabajando en ese incómodo y frío escritorio, al lado de ese compañero de trabajo pesado y sacador de vuelta que nos distrae con bromas fomes y pelando al jefe.

No seamos cerrados señores. Usted, puede hacer la diferencia e instaurar la modalidad de trabajo remoto si está seguro de la gente que tiene en su equipo. Yo les aseguro que si eligieron bien a sus profesionales no se arrepentirán y estarán todos más felices.


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